Pela y trocea la pera y ponla, tapada, a fuego muy lento. Su propia umedad hace innecesario añadirle ningún líquido. Cuando empiece a estar blandita, añadimos canela al gusto y chafamos con un tenedor de madera hasta obtener una pasta grumosa. En cuanto empiece a hervir, añadimos la leche de avena. Cuando vuelva a hervir, añadimos los copos de avena, removemos bien y dejamos reposar para que quede una pasta homogénea.
Es un desayuno ideal en invierno, extra energético si le añades un poquito de gengibre molido¡